PedroSalinas, como uno de los principales artÃfices de toda esta sÃntesis, recoge la tradi- 208-209; «¡Si me llamaras, sÃ, / si me llamaras!», 102-103). De esta humilitas se desprende, como parte de esa inferioridad, la carga del dolor, que Jorge Manrique y otros poetas de Cancionero expresaron con un amplio corpus de campos
PEDROSALINAS - IV ¡Si me llamaras, sÃ, si me llamaras! Lo dejarÃa todo, todo lo tirarÃa: los precios, los catálogos, el azul del océano en los mapas, los dÃas y sus noches, los telegramas viejos y un amor. Tú, que no eres mi amor, ¡si me llamaras! Y aún espero tu voz: telescopios abajo, desde la estrella, por espejos, por túneles, Elalma tenÃas tan clara y abierta, que yo nunca pude entrarme en tu alma. Busqué los atajos angostos, los pasos altos y difÃciles. A tu alma se iba por caminos anchos. Preparé alta escala —soñaba altos muros guardándote el alma— pero el alma tuya estaba sin guarda de tapial ni cerca. Te busqué la puerta estrecha del alma, pero no Desdeel prodigio, siempre. Porque si tú me llamas ─¡si me llamaras, sÃ; si me llamaras!─ será desde un milagro, incógnito, sin verlo. Nunca desde los labios que teCanciónpara los ojos. Lo que yo quiero saber. es dónde estoy Dónde estuve, sé que nunca lo sabré. Adónde voy ya lo sé Dónde estuve, dónde voy, dónde estoy.xoptIKr. 40 166 488 286 75 310 19 459 198